miércoles, 12 de agosto de 2009

La leyenda de todos los tiempos de la F1


Michael Schumacher el piloto de automovilismo el más laureado de la historia El Kaiser, como se le conoce, se ha convertido en un icono de la Fórmula 1. Inició su carrera automovilística en el karting. Subió por primera vez a un kart a los cuatro años de edad. Desde joven ya se veía que seria una promesa en el mundo de las carreras automovilísticas. Michael Schumacher debutó en la Fórmula 1 casi de casualidad Sin duda, su victoria más amarga fue la del conflictivo GP de San Marino de 1994, en Imola, en la que tuvo que contemplar un fin de semana completamente negro. Con la muerte de muchos de sus compañeros de equipo y un aparatoso accidente. Aquel año, Schumacher ganaría su primer, y más importante, Campeonato Mundial de Pilotos de Fórmula 1 por un solo punto de ventaja sobre su perseguidor en la disputa del mismo, el británico Damon Hill, y con cierta polémica por la colisión que se produjo entre sus vehículos en la disputa del último Gran Premio de la temporada, el de Australia. En 1995, revalidó el título mundial, por última vez al volante de un Benetton-Renault, ya que el año siguiente fue contratado por el equipo Ferrari. Michael Schumacher era el mejor piloto sobre la faz de la tierra. O mejor dicho aun lo es. Porque suplente aun no tiene, habrá que esperar muchos años para poder ver nacer uno igual o mejor que el.

Schumacher, en su primer año en Ferrari no pudo superar a los Williams de Damon Hill y Jacques Villeneuve, campeón y subcampeón de 1996, contando siempre con un coche anticuado y mal diseñado, el diseño de este (el único con morro bajo) fue alterado con poca eficacia durante los siguientes años. En 1997, disputó un duelo muy emocionante con Villeneuve con el que llegó al último Gran Premio, el de Europa, en Jerez de la Frontera (España), con un solo punto de ventaja sobre el piloto canadiense. En una polémica maniobra, se produjo una colisión entre los vehículos de ambos pilotos, a consecuencia de la cual Schumacher tuvo que abandonar. No solamente perdió el campeonato, sino que la FIA apreció intencionalidad y le sancionó con la anulación de la totalidad de la puntuación obtenida aquella temporada.

El regreso de Ferrari a la cúspide de la Fórmula 1 no iba a ser efímero, ya que de la mano de Schumacher no dejó opción a ningún otro piloto o equipo durante cinco campeonatos consecutivos, de 2000 a 2004, en los que Schumacher se alzó siempre con el título, aunque no siempre ganó con autoridad ya que en 2003 se jugó el campeonato en la última carrera con un entonces jovencísimo Kimi Räikkönen, que ya entonces pilotaba para Mclaren-Mercedes. Schumacher necesitaba puntuar y en efecto lo consiguió, y la victoria de Räikkönen no fue suficiente, proclamándose Michael Schumacher campeón por sexta vez, la cuarta de forma consecutiva. Sus principales rivales durante estos años fueron los pilotos del equipo McLaren, Mika Häkkinen, David Coulthard y Kimi Räikkönen; y los del equipo Williams, Juan Pablo Montoya y su propio hermano Ralf Schumacher.

Pero la hegemonía del llamado Kaiser de la Fórmula 1 acabaría en la 2005, donde tomarían protagonismo los integrantes de una nueva generación de pilotos, Fernando Alonso y Kimi Räikkönen, en los equipos Renault F1 y McLaren, respectivamente. Schumacher fue superado por ambos rivales durante ese año por problemas del monoplaza, carente de competitividad en 2005. La temporada 2006 no pudo empezar mejor para él y para Ferrari, después de los malos resultados de 2005, ya que en el primer gran premio, disputado en Bahrein, consiguió su pole position número 65, igualando así el récord histórico de Ayrton Senna, uno de los pocos que aún no había logrado alcanzar.

De forma unánime, Schumi logró el reconocimiento internacional como mejor piloto de la historia, una auténtica leyenda situada a un peldaño del histórico Fangio, el piloto argentino que en la década de los cincuenta fue cinco veces campeón del mundo; una gesta sólo al alcance del "Barón Rojo" de la Fórmula 1. Igualó así el récord de Fangio pero además logró el título a seis pruebas del final del campeonato y arrebató a Nigel Mansell la marca conquistada en 1992 cuando el británico fue campeón a falta de cinco carreras.

Si como piloto es un dechado de virtudes, a nivel humano su comportamiento está envuelto en la polémica. Siempre alegre y extravertido, parece más un latino que un germano, pero su engreimiento y su carácter altivo le ha perjudicado en sus relaciones con sus colegas de profesión e incluso con los periodistas alemanes. Le robó la novia, Corinna, a su amigo Heinz-Harald Frentzen, otro prometedor piloto de la nueva escuela alemana; no da un paso si no hay dinero por delante, y es extremadamente exigente con su imagen externa, hasta el punto que en una ocasión solicitó cuatro monos distintos y ninguno le satisfizo porque apreciaba alguna pequeña arruga.

mantiene la cabeza fría y demuestra una madurez impropia de su edad. Lleva una vida ordenada en todo, desde el régimen alimentario hasta la preparación física, y dosifica su presencia en actos sociales. Superó en pocas semanas el shock que le produjo la muerte de su ídolo, y quizás esa seguridad en su buena estrella («No sirve de nada angustiarse con el riesgo de perder la vida, sobre todo en plena carrera», ha dicho) y la aceptación del destino («Mi muerte vendrá cuando esté escrita») es lo que le permite desafiar los límites con absoluta insolencia: «Rodar al límite es algo especial, cuando sientes que el coche va perfecto. La sensación que te da es un sentimiento maravilloso de autosatisfacción».

Aparte de la velocidad es un buen futbolista, sigue practicando con los karts de su adolescencia y le apasionan los deportes acuáticos y el ciclismo de montaña. En casa escucha música rock y se harta de pasta italiana, su comida preferida. Hace caso omiso a quienes le indican que tiene que ser más diplomático y menos distante, si bien parece que el primer título serenó sus ánimos.

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