El recién finalizado Mundial de Natación de Roma dejó 43 nuevos récords mundiales y terminó de encender la polémica por los trajes de poliuretano, pues ayudan al atleta a ganar velocidad en la piscina.
La palabra campeón, ya forma parte del nombre de Michael Phelps ya que desde el 2001, el nadador estadounidense ha demostrado en 36 ocasiones que no existe nadie que lo supere.
Michael Phelps llegó al pasado Mundial de Roma para demostrar que tenía todavía muchas ganas de crecer en la natación. Y lo hizo, al conseguir cinco oros y una plata, y batir tres récords del mundo. Lo que desconoce la gente es que este chico de 24 años no sólo dedica su vida a la natación. El estadounidense, ocho veces campeón olímpico en Pekín 2008 , tiene otra gran afición: el póquer, juego de cartas al que tampoco le gusta perder y que no descarta que pueda ser su opción de futuro. Para el de Baltimore el póquer es una forma de relajarse, lo considera un deporte, y como tal, se le da bien. Su ambición, la misma que demuestra cada vez que se enfunda el bañador y sale a nadar, es la de un jugador con ganas de aprender y mejorar, hasta llegar a la perfección.
El chico lo volvio hacer Logro otra hazaña y conquista seis medallas, cinco de oro, en los Mundiales, en los que su gran reto era imponerse al ''dopaje tecnológico'' de los trajes de baño
Phelps ha sobrevivido a tres Juegos Olímpicos sin dar señales de corrosión y ya ha empezado a preparar su programa para Londres 2012. El hombre repasa regularmente cómo ocupará cada día del calendario en los próximos 30 meses. Sabe que el 23 de diciembre competirá en un torneo local de Baltimore y que el 24 se entrenará cuatro horas. Sabe que dentro de dos semanas volverá a la piscina tras unas breves vacaciones y que sólo entonces se concentrará en su objetivo verdadero Londres.
Para Phelps, Roma ha sido un experimento. Un recreo en una competición fraudulenta. Un juego en el que, a falta de hombres, se propuso derrotar a los bañadores de última generación embutido en el viejo Speedo que nadie quería porque sólo con los otros modelos eran capaces de nadar más rápido. Todos esperaban verle en el declive. Los nadadores y el público. Le imaginaron agotado después de ganar ocho oros en Pekín y convertirse, con 14, en el deportista que más campeonatos olímpicos ha conseguido en la historia. Creyeron que iba de vacaciones. Y, en parte, así fue.
Lo que nadie contempló es que para Phelps no hay vacaciones comparables a una buena carrera. No hay otro caso similar en la historia de la natación. Su longevidad en la piscina y la felicidad con que afronta cada reto le convierten en un accidente en la historia del deporte.
En Roma, Phelps ganó cinco oros y una plata y batió tres récords mundiales, algunos de ellos fastuosos. Sus finales de 100 y 200 metros mariposa quedarán para la posteridad como un monumento al deporte. La clase de mensaje que sólo los seres humanos dotados de un talento singular son capaces de transmitir a los demás. El mensaje de los mitos en plena acción. Phelps, de 24 años, ya es el gran mito viviente.
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