La vida de la estrella de la NBA transcurrió en distintos lugares del mundo ese fue el precio que pago Kobe por ser el hijo de un jugador de baloncesto, Tras varios años en San Diego y uno en Houston, Joe Bryant firma con un equipo italiano, y la familia al completo hace las maletas y viaja a Rieti, un país diferente, un idioma diferente y un hogar diferente, muchos cambios para un chico que acaba de cumplir 6 años. En los años que paso en Italia, Kobe adquirió una educación europea, y forjo una gran relación con sus hermanas mayores, entre los tres, aprendieron el idioma, y se abrieron a una nueva cultura, ¿el baloncesto? no quedo apartado, siguió entrenando por su cuenta, asistiendo a los partidos de su padre y saliendo en los descansos a tirar tiros “¿quién es ese pequeñín que juega tan bien?”, “el hijo de Bryant” respondían, seguro que mas de uno, anoto su matricula para futuras batallitas.
Además de la lección practica, sus abuelos contribuyeron en la lección teórica, pues semanalmente, a la casa de los Bryant llegaba un paquete con cintas de los mejores partidos de la NBA, padre e hijo, disfrutaban de interminables veladas donde desmenuzaban a los mejores talentos de la liga, y el pequeño que, “copiaba y pegaba”, cada movimiento que veía, lo recreaba a la tarde siguiente, tarde tras noche, noche tras tarde.
Su estancia en los colegios italianos no fue mala, su padre era una estrella local, y eso conllevaba el respeto de sus compañeros, incluso probo con el fútbol, y su profesor le recomendó que fuera portero, que con su estatura y plasticidad, podría ser un gran guardameta, pero la respuesta siempre era tajante “yo jugare en la NBA”, siempre respondía lo mismo, y sus compañeros se reían, que sabían ellos.
Su peor época de la infancia, fue en 1991, su padre había firmado por un equipo francés, y otra vez el cambio se hacia inminente, con la agravación de que sus padres decidieron matricular a sus hijos en un colegio internacional suizo que estaba a dos horas del domicilio familiar, no fue un gran año para los Bryant, y tras este fugaz episodio, Joe decidió retirarse y aceptar un puesto de entrenador en La Salle. La familia volvía a casa. La vuelta a Philadelphia no fue como Kobe esperaba, estaba acostumbrado a la cultura europea, a los colegios europeos, y le costo muchísimo congeniar con sus nuevos compañeros, no era su estilo de vida, no entendía los abusos de sus compañeros, se sentía extranjero y fuera de lugar. Ni siquiera en su casa rodeado de su familia encontraba un verdadero hogar; pero Bryant supo pasar pagina y centrarse mas en el baloncesto, comenzó a ir al gimnasio de la Universidad de Temple, donde conocería a uno de sus grandes amigos y que después seria su “tutor” en los Lakers, Eddie Jones.
Su paso por el baloncesto escolar, fue deslumbrante, llevo a su instituto Lower Merion, al titulo estatal en su tercer año, fue líder de su equipo en varias categorías estadísticas, pulverizo el record de anotación de Chamberlain, recibió el galardón de All-American. Todo ello junto con una trayectoria de primera, hacia que todas las universidades del país se lo rifaran como un auténtico tesoro.
De su periplo en la High School siempre quedara un rumor, que alimentaría su leyenda negra en el futuro, se decía que Bryant no quería decidir los partidos hasta el final, dejaba a sus rivales remontar el partido, para luego, en los instantes finales convertirse en el héroe, si es verdad o no, nunca lo sabremos.
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