Es imposible no recordar la final de la champios league entre el Manchester y Bayern que protagonizaron en 1999 la final más alucinante de la historia: los alemanes ganaban en el minuto 91 y perdieron el título en el minuto 93, el Manchester United FC y FC Bayern München se preparan para verse las caras de nuevo, el duelo entre el equipo alemán y el equipo ingles sin duda tiene el sabor de las grandes citas futbolísticas. Podía ser perfectamente una final de la Copa de Europa adelantada e inevitablemente hace pensar en el choque que ambos protagonizaron en 1999, en el Camp Nou. Un partido donde el fútbol reunió toda su grandeza y miseria, toda la emoción y desolación que cabe imaginar en este deporte y el más socorrido de los tópicos: el partido no acaba hasta que el árbitro no pita su final.
No en vano en el minuto 91 del encuentro, es decir, en el tiempo añadido, el equipo alemán ganaba por un gol a cero, tanto anotado por Mario Basler al poco de comenzar el choque. Dos minutos después perdió la final, dibujando uno de los partidos más turbadores de la historia.
Ese lapso de tiempo, apenas cien segundos, fue suficiente para que el Manchester United, empujado por un encomiable espíritu de lucha y fe inquebrantable, marcara dos goles, convertidos por Teddy Sheringham (minuto 91), un veterano defensa; y Ole Gunnar Solskjaer (minuto 93), delantero islandés, habitual suplente, apodado el asesino con cara de niño, tras sendos saques de esquina servidos con temple por el selecto pie derecho de David Beckham.El 2-1 de 1999 en el Camp Nou de Barcelona se ha convertido en un recuerdo imborrable, de ensueño para los ingleses y pesadilla para los alemanes, ya que aquella final se ha convertido en referencia para cualquier partido de lo que pueden dar de sí tres minutos de tiempo añadido.
En la memoria de todos los aficionados perduran los goles marcados en los minutos 91 y 93 por Teddy Sheringham y Ole Gunnar Solskjær, que cumplió su apodo de Babyface Killer ("el asesino con cara de niño"), a la salida de sendos corners botados por un joven David Beckham.
El contraste fue brutal. En el coliseo azulgrana, abarrotado por más de 90.000 hinchas, media afición estallaba de euforia con la misma intensidad que la otra media encajaba con desolación el desenlace del partido cuando ya tenían interiorizado la conquista del gran título europeo.
La Liga de Campeones culminó la más extraordinaria temporada en la historia del United, después de ganar la Liga inglesa y la Copa el mismo año. La triple corona, que ha quedado para los anales del fútbol británico, también ungió de grandeza al técnico escocés, que fue nombrado caballero (sir) con la orden del Imperio Británico por sus servicios al fútbol inglés.
No en vano con Ferguson, que entrena al Manchester desde 1986, los reds han alcanzado sus más altas cotas de grandeza, con dos títulos de Liga de Campeones (1998-99 y 2007-08), una Recopa de Europa (1990-91), once ligas inglesas, cinco copas y ocho Charity Shield, entre otros entorchados. El Manchester United culminó aquel extraordinario 1999 con la Copa Continental, ganada en Tokio al Palmeiras brasileño con un gol de Roy Keane, el emblemático capitán de los Diablos Rojos.
Seguro que nunca nadie más vuelve a ganar así una Copa de Europa.
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