miércoles, 31 de marzo de 2010

Día heroico y amargo

El día de Cesc Fàbregas comenzó entre algodones, y terminó también entre algodones como un héroe quebrado. Lo primero que hizo al despertarse, en su fabuloso apartamento del barrio londinense de Hampstead, fue poner el pie en el suelo y comprobar que la rodilla le molestaba bastante menos que el día anterior. Con un poco de suerte podría realizar su sueño de jugar otra vez contra el Barça, la primera desde la final de París. A media mañana había sido examinado por los médicos, recibido un masaje, hecho unas carreritas y pegado a la pelota. Todos en Londres y en especial los fanáticos gunners.

el capitán de los gunners figuraba en la alineación de Wenger. A las 19.40 saltó al césped de la mano de un chavalín con la camiseta del Barça. Y mientras por los altavoces sonaba el siempre emocionante himno de la Champions, estrechó la mano de los jugadores azulgrana y se abrazó con muchos de ellos, el último de la fila, Messi.

El capitán del Arsenal, Cesc Fábregas, ha afirmado tras su lesión que se teme lo peor: "No quiero decir nada y voy a esperar a ver qué me dicen mañana tras las pruebas, para saber seguro el alcance de la lesión, aunque podría sufrir una fractura de peroné. A ver si es menos de lo que espero que sea. Creo que tiene que ver con lo que he estado hasta ahora. Me temo lo peor". “Doy por acabada la temporada”, dijo con ojos llorosos el jugador. Abandonó el estadio apoyado en unas muletas · Se teme lo peor pero habrá que esperar a conocer los resultados de las pruebas médicas.
Confío en poder jugar con la camiseta del Arsenal en esta campaña”, añadió. Arsene Wenger, entrenador del Arsenal es menos positivo que Cesc y desde ya cree que no volverá a jugar hasta el final de la temporada. “Se dañó en un músculo y creo que es el final de la temporada para él. Creo que sí estará para la Copa del Mundo”.

Si el Arsenal acaba ganando la Champions, que todo puede ser en el fútbol, será porque el Barça le perdonó la vida anoche. Pudo irse de Londres con una goleada de escándalo, por juego y ocasiones, pero el equipo catalán se recreó en la excelencia y acabó pidiendo la hora.

El público londinense se rindió ante el pundonor de Fábregas, como antes lo había hecho en el momento en el que Henry ingresó en el campo. La entrada del francés, casi testimonial, puso en pie a la hinchada. Antaño fue su ídolo. Ahora lo es Cesc, al que anoche el Barcelona indultó como nunca debería hacer un equipo que aspira a conquistar la Liga de Campeones. En la Champions no hay misericordia, ni siquiera en Semana Santa.

Lo peor de la noche llegó cuando el suizo Busacca decidió señalar el final del partido. Sin duda se habían acabado los mejores 90 minutos de la temporada. Decir que el partido fue excepcional, posiblemente se quedaría corto; maravilloso, algo más acertado: posiblemente ayer se vio el espectáculo más precioso de la presente Champions. Que lastima que termino con el héroe gunners lesionado.

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