miércoles, 28 de abril de 2010

Se acabo el sueño...Adios Madrid


Un gol de Gerard Piqué, a seis minutos para la conclusión, alimentó la esperanza del Barcelona de alcanzar su sueño y clasificarse para la final de la UEFA Champions League en el Bernabeu, pero su tanto fue insuficiente frente a un ultradefensivo Inter de Milán (1-0), que jugó con uno menos desde el minuto 28 por la expulsión de Thiago Motta. El cuento culé no pudo tener un final feliz. La temporada y media de ensueño que suma el Barcelona tuvo un despertar inesperado.

La cita del Camp Nou se había planteado como una batalla. Los cien mil seguidores que coparon las gradas del Camp Nou, toda la ciudad de Barcelona que se había vestido con los colores azulgranas y los millones de simpatizantes culés que están repartidos por el mundo sabían que los suyos se iban a dejar la piel, pero en estas ocasiones, siempre hay que tener en cuenta a Mourinho. El luso, aunque no sea simpático para muchos y tenga unas formas que dejan bastante que desear, sabía que su guerra en la banda tenía que ganarla por el bien de su equipo y lo volvió a conseguir, como en la ida.

El Barcelona se quedó a un paso de asaltar el castillo maquiavélico que edificó José Mourinho en el Camp Nou. El Inter pisó el césped del estadio barcelonista y se puso manos a la obra. El fin siempre justifica los medios para 'Mou', que acabó con los pulgares hacia arriba en el estadio en el que comenzó siendo un traductor. Ahora es un estratega prodigioso, al que la da igual lo que piensen los demás. Mourinho morirá así.

Los jugadores del Inter fueron más guerreros que nunca. Jugaban con el cuchillo entre los dientes y con una sóla convicción, defender el castillo edificado por Mourinho en la Ciudad Condal. Julio César, que no se llama así por casualidad, se convirtió en el mejor guardián del castillo. Recibió un gol, pero ahí se quedó todo. Sólo Piqué, el valiente que hizo creer al Barcelona de lo que parecía imposible hasta el final, fue capaz de batir a un guardameta que no parece brasileño. Tiene sangre de hielo y agarra todo lo que merodea por sus dominios. Las segundas oportunidades no van con Julio César, que realizó la parada del año a disparo de Messi desde la frontal. Esa estirada, esa mano derecha, no debe quedar en el olvido.

Mourinho es astuto como nadie. Ha engañado dos veces al Barcelona, el equipo perfecto que mordió el polvo a un paso de la final. Ese portugués es listo, muy listo. El Barça que gana hasta cuando le eliminan ya sabe que su enemigo es inteligente y premeditado. Actúa como los asesinos a sueldo y lo hizo contra un equipo que no ha perdido su grandeza.

El sueño de jugar la final de la Champions en el Bernabéu duró diez minutos, los que transcurrieron desde el tanto de Piqué hasta que el árbitro pitó el final. El Barcelona, que había pedido ser el Barcelona en la víspera, no lo fue.

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