El Barcelona entierra su sueño de la final de la 'Champions' en el Bernabéu, incapaz de remontar ante un equipo acorazado, lamentablemente tendran que esperar para otra ocacion porque ya se ha quedado a las puertas de su gran sueño, jugar la final de la Champions League en el Santiago Bernabéu.
El Bernabéu esperaba al Barça al otro lado del muro que levantó Mourinho, pero los de Guardiola fueron incapaces de saltarla y se quedaron a un gol de la final de Madrid, en la que sí estará el Inter. El tanto de Piqué a falta de seis minutos no fue suficiente y el miserable, pero efectivo, planteamiento del portugués obtuvo un premio excesivo para sus méritos, con un excelente rigor defensivo y nada más, pero tal vez no tan injusto por los deméritos del Barça, atascado en su línea de creación y sin apenas generar ocasiones de gol pese a jugar más de un ahora contra diez.
Mourinho renunció al balón. No lo quería ni un pintura y cuanto más lejos de su área, mejor. La premisa era clara y parecida a la del partido de ida en Milán (3-1): apagar el fuego azulgrana en el centro del campo a toda costa. El modus operandi no importa. Cortar a toda costa sin que importen las faltas, las tarjetas o las reyertas en el campo. ¿Qué más quería Mourinho que un partido duro en el centro, trabado y sin ocasiones? Lo consiguió el portugués; al menos, hasta el descanso. El Barça apenas existió en ataque durante la primera mitad (a excepción de las tímidas aproximaciones de Pedro y Messi), pero el precio que tuvo que pagar el Inter se antojaba demasiado alto para afrontar toda una segunda parte ante todo un campeón de Europa.
El Barça empujaba y lo iba haciendo cada vez con menos fe. Controlaba, jugaba y mandaba en el campo, pero el Inter sabía a la que jugaba. No se salía de su papel y el pelotazo a seguir no importaba en el banquillo italiano. Se perseguía una final muy cara y el cómo era lo de menos. Con el agua al cuello por el ansia del gol, Guardiola volcó a su equipo al ataque.
Los ánimos se calentaron unos cinco minutos después cuando el mediocampista brasileño del Inter Thiago Motta empujó con el brazo a Sergio Busquets lo que hizo que el jugador del Barça cayera al césped. A partir de la expulsión lo importante fue el espíritu del grupo. El Barça presionó por el gol que le habría permitido avanzar a la final y Bojan Krkic convirtió un tanto que fue anulado porque Yaya Touré habría acomodado el balón con la mano en la jugada.
El Barcelona no disputará su tercera final de la Liga de Campeones en cinco temporadas como soñó todo el barcelonismo.
El Barça empujaba y lo iba haciendo cada vez con menos fe. Controlaba, jugaba y mandaba en el campo, pero el Inter sabía a la que jugaba. No se salía de su papel y el pelotazo a seguir no importaba en el banquillo italiano. Se perseguía una final muy cara y el cómo era lo de menos. Con el agua al cuello por el ansia del gol, Guardiola volcó a su equipo al ataque.
Los ánimos se calentaron unos cinco minutos después cuando el mediocampista brasileño del Inter Thiago Motta empujó con el brazo a Sergio Busquets lo que hizo que el jugador del Barça cayera al césped. A partir de la expulsión lo importante fue el espíritu del grupo. El Barça presionó por el gol que le habría permitido avanzar a la final y Bojan Krkic convirtió un tanto que fue anulado porque Yaya Touré habría acomodado el balón con la mano en la jugada.
El Barcelona no disputará su tercera final de la Liga de Campeones en cinco temporadas como soñó todo el barcelonismo.
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