lunes, 12 de abril de 2010

Ejemplo de idolo y de humano

Siempre se habla de que Cesc se va del Arsenal que el barsa lo quiere repatriar que va al Madrid, que el Inter de Mohurino lo quiere en fin se ha cansado de decir que del Arsenal no se va es cuestión de esperar de que sea su propio destino el que hable de momento Fabregas esta con el Arsenal en Inglaterra pero si hay algo de que hablar mas haya de los resultados es de su partido ante el equipo de sus amores de su niñez del Barcelona, al cual enfrento el la Champions de dejo el alma y su corazón para defender los colores de los gunners su actuación me emocionó fue el retorno a un concepto futbolístico que desaparece.

El partido de Champions entre el Arsenal y el Barcelona tenía un sin fin de elementos que tener en cuenta mucho más interesantes que el resultado final. El enfrentamiento de una misma filosofía. La presencia de dos entrenadores del perfil profesores. La pugna por la posesión de la pelota como elemento tanto ofensivo como defensivo. Todo estos conceptos estaban en mi cabeza. Pero el que más me seducía quizás por su perfil humano era el comportamiento de Cesc.

Era un partido complejo para el de Arenys se enfrentara a su equipo de niñez. Además, resulta que el rival era el campeón del año anterior, cuna de su fútbol y el club que está presente en su corazón, y que necesitaba demostrar, si algún día quiere ponerse la camiseta azulgrana, que está al mismo o a un nivel superior que sus compañeros de selección. Pues les aseguro que ese test, aunque algunos puedan entender lo contrario, para mí lo pasó con matrícula de honor en cuanto a humildad, compromiso y liderazgo.
Vivir las horas previas a un partido con dudas respecto no sólo a tu rendimiento ante millones de espectadores, sino pensando en que te estás jugando tu integridad física es una situación de un estrés y de una angustia importantes. Pues Cesc antepuso su compromiso a cualquier otra actitud, a sabiendas de que el rival era muy fuerte y que su ausencia le hubiera elevado a los altares, ya que ante una derrota los medios hubieran hablado de lo importante que es este jugador para el Arsenal.Después de este esfuerzo mental para saltar al terreno de juego en condiciones, se inicia el partido y tu equipo, el que tú tienes que liderar, es arrollado de manera sonrojante.
Además, donde el Arsenal se mostró inferior fue precisamente en la línea donde juega él. Pues a pesar de todo, el catalán trabajó a destajo, mantuvo la concentración e intentó que sus compañeros se quitaran de encima el complejo que los atenazaba. Con el balón aportaba poco, pero con su actitud consiguió que los de Londres equilibraran el encuentro. Luego, en un contragolpe de Busquets, tuvo la obligación moral de despejar la pelota en un tackle con el riesgo de ser amonestado, lo que le descartó para la vuelta en el estadio en el que desde su infancia ha soñado con jugar. Su compromiso, su profesionalidad y su liderazgo le hicieron actuar y, lamentablemente para él, llegó la fatídica tarjeta amarilla.

Para una persona con los galones de Cesc no debió de ser nada sencillo llegar al vestuario después de que su equipo fuese barrido. Aceptar seguir jugándote la pierna cuando te han dado un baño, cuando el rival ha rematado a puerta quince veces, cuando una tarjeta te impide jugar la vuelta, no es fácil. Cualquiera hubiera entrado cabizbajo al vestuario.Cesc mantuvo la cabeza fría y el corazón ardiente, algo que sólo son capaces de hacer los mejores. Y esa cabeza fría le sirvió para generar un penalti con una picardía única. Asumió su responsabilidad de lanzador, marcó y cumplió con su corazón de culé al no celebrarlo.
Se lesionó de gravedad y a pesar del dolor intenso, tanto físico por la fisura, como moral por la gravedad de la lesión y de sus posibles consecuencias, siguió en el terreno de juego. Un detallazo que me emocionó por lo que supone de retorno a un concepto futbolístico que va desapareciendo. Mi admiración para Cesc por ser capaz de ofrecer tantos valores humanos y futbolísticos en sólo 93 minutos.

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