jueves, 21 de abril de 2011

El Rey Madrid.


Mou lo prometio y el Real Madrid lo cumplio volvió a ganar un título luego de tres años, Mestalla fue el ecenario perfecto para que el equipo merengue haya terminado su racha de 18 años sin Copa del Rey; porque es la primera final que pierde el Barcelona de Pep Guardiola en su reinado; porque hay multicampeones del Madrid a los que sólo les faltaba esta figurita en el álbum; porque José Mourinho suma otra medalla para el currículum y para el mito. Mourinho lo hizo. Para eso vino, y aunque la Liga ya es culé, esta Copa anuncia que puede estar por llegar un tiempo nuevo.

Ha vuelto a ganar en el mismo escenario donde conquistó su última Copa y lo ha hecho después de superar al considerado por todos como el mejor equipo del mundo, al Barcelona, lo que multiplica el valor de este trofeo. Y es que la Copa no es un trofeo menor, nunca mereció tal consideración. Sólo lo ven así quienes no lo ganan. Si la final de Copa es la fiesta del fútbol español, esta fiesta tiene ahora un rey indiscutible, el Real Madrid.

Real Madrid se quedó con la otra mitad de la gloria española. Con gol de Cristiano Ronaldo en tiempo extra ganó al Barcelona la Copa del Rey. La amenaza de Mourinho se cumplió, convirtió el medio campo en el salón de la justicia. Durante 30 minutos era imposible explicar la intensidad de sus futbolistas desde un punto de vista humano. Pepe volvió a ser Flash Gordon. Esa zona donde el Barcelona suele expropiar el balón fue ingobernable. 

El centro del campo del Madrid devoró a todo el equipo del Barcelona, que se vio partido en dos, con sus delanteros totalmente desconectados del resto del equipo. La estrategia del Madrid obligó a Messi a caer hasta el centro del campo para intentar una heroica aventura en solitario. Allí se encontró con un impenetrable bosque de rivales imposible de superar con éxito. Nadie más activo que Pepe, que antes del descanso vio una amarilla que bien pudieron ser dos. El madrid planteo un sistema defensivo y destructivo encabezado por  Pepe, que no debería jugar más al futbol; sin embargo, en este deporte todo es válido para ganar y ayer el Real Madrid supo jugar su partido y lo ganó. Ayer Mourinho le ganó la partida a Guardiola. Ronaldo a Messi y el Madrid al Barza. Tal vez no fue un futbol convincente, pero al final el sabor es a victoria. 

Gana quien la mete. El futbol no es de merecer. Nunca lo ha sido y no lo será. Si el Barcelona nos había acostumbrado a ganar aplastando rivales y jugando exquisito, ayer el Madrid nos recuerda que no siempre será así.  Un solo gol en ciento veinte minutos basto para que el Real Madrid se proclamara campeon. Ayer asumió Cristiano Ronaldo el papel de un nueve Fue una final hermosa, intensísima, en la que los dos equipos mostraron hasta el fondo sus virtudes y sus temores. Pero en este caso al Madrid lo acompaño mas la suerte.
  
El primer tiempo, fue claramente madridista, hasta el punto que el Barcelona no disparó el balón a la portería en 45 minutos; el segundo tiempo fue azulgrana, en parte por el cansancio que pasó factura a un Madrid que veía imposible mantener el ritmo impuesto en el primer tiempo. Luego en la prórroga, el juego se partió y el Madrid logró golpear primero y el Barcelona quedó agobiado al ver como se le escapaba la copa.

El Madrid había batido al Barça, un equipo realmente superior, el manejo táctico y estratégico fue magistral. Mou aprendió mucho de aquel 5-0 en el Camp Nou. El empate del fin de semana, con una estrategia más bien conservadora, sirvió para dar en el clavo. Los jugadores aprendieron que, para ganarles a los culés, hay que respetar su estilo, que no cambia, y modificar el propio.

Hoy el Madrid, es más Madrid, caracterizado siempre por la casta, la fuerza y la clase al momento de aplicar la táctica de Mourinho en el terreno de juego. El Barça está herido, por primera vez ha perdido contra su propia historia, esa que le ayudó a construir su rivalidad con el Madrid. Llueve sobre Cibeles, a la diosa le sobra el agua. La Champions está en el aire. 

Los blancos son campeones y justamente. No hay nada que recriminar. Los "culés" no supieron definir y los blancos supieron cuándo había que matar.

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