¿Quién se iba imaginar que Venezuela, el favorito para jugar mañana en la final iba a derrumbarse en el mismo primer episodio? Un vulnerable Carlos Silva fue castigado con cinco carreras apenas iniciado el encuentro. La inspirada selección vinotinto se desinfló por completo y cayó a los pies de los coreanos que los vencieron por 10-2 ante 43,378 aficionados congregados anoche en el Dodger Stadium.
Con el pitcheo como bastión y construyendo lo que sería el emotivo desenlace en las primeras cambio La catástrofe de los venezolanos comenzó cuando el siempre confiable jardinero derecho Bobby Abreu dejó caer un globo de rutina de Jeong Keunwoo que en otras ocasiones los atrapa casi con los ojos cerrados. La marfilada del ahora miembro de los Angels de Los Ángeles-Anaheim no terminó ahí. Su tiro a la segunda tratando de detener el avance de Keunwoo fue lento y al piso por lo que el paracorto Marco Scutáro no pudo retenerlo. Un error imperdonable para un grandes ligas. Silva fue relevado por Enrique González quien detuvo un poco la artillería asiática.
El tercer cuadrangular del Clásico de Carlos Guillén entregó la segunda rayita a Venezuela cuando ya todo estaba en cenizas. Luis Sojo se frotaba constantemente los ojos como si lo que estaba viviendo era un sueño espantoso. Una pesadilla. El joven piloto venezolano había anticipado que el trofeo del Clásico tenía más valor para él que los cinco anillos de Serie Mundial logrados con los Azulejos de Toronto (1993) y Yanquis de Nueva York (1996, 1998, 1999 y 2000). Lastima que el mismo no ayudo a que fuera asi.
Más allá de todas las controversias que giraron alrededor del combinado nacional, estar entre las 4 selecciones más poderosas del béisbol, es sin duda motivo de orgullo para todos los vinotintos. Pese a los errores y las criticas es bueno decirlo que orgullo es ser una potencial beisbolera y estar entre las 5 mejores del mundo. Obviamente, todos llegamos a este encuentro ante los asiáticos, con la vista puesta en el campeonato. Desde Sojo y su cuerpo técnico, hasta el más incrédulo y apático de los fanáticos venezolanos, soñaron el el título. Pero Korea nos dio una lección de béisbol y de fundamentos. Y es que en ésta edición del Clásico no falto preparación, ni mucho menos entrega de los peloteros. No faltó organización, ni tickets para los familiares de los jugadores, ni aparecieron las comidas en los mcdonalds. Para nada. Nos ganaron, antes que Korea, los nervios. Los errores nos hundieron.
Batazos cortos y largos, extraordinarias jugadas defensivas, pitcheo estelar y cinco errores venezolanos fueron los ingredientes de la obra maestra de los surcoreanos. Bueno hasta el próximo clásico porque como dicen del los segundos nadie se acuerda.
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